Siendo el combustible más barato disponible, la gasolina ha sido hasta ahora el principal carburante para mover los vehículos a motor. Sin embargo, sus reservas limitadas decrecen continuamente y su combustión, representa el 90% de las emisiones totales de CO2 contribuyendo, como gas de efecto invernadero, al calentamiento global del planeta.
Estos inconvenientes en el uso de la gasolina y derivados, están disparando la búsqueda de soluciones y/o alternativas por las sociedades industrializadas. Muchas de estas alternativas planteadas pasan por la utilización, obvia, de los recursos renovables.
El desarrollo de la biotecnología ha permitido que la fabricación de combustibles a partir de biomasa sea ya una realidad.
La biomasa es una fuente de energía renovable que permitiría reducir nuestra dependencia energética de combustibles fósiles, lo cual implicaría importantes cambios en varias áreas: tecnológica, económica, ambiental y socio-política. Gracias al uso de enzimas podemos degradar la biomasa y transformarla en biocombustibles (biogás, bioetanol y biodiesel), permitiendo un uso alternativo a los restos subutilizados provenientes de la agricultura y/o los residuos forestales. Como fuente de combustible, la biomasa es atractiva porque el CO2 que producen en su combustión, se compensa con el CO2 que absorben durante su crecimiento.
La creación de un mercado para los biocombustibles ofrece una oportunidad de desarrollar ingresos extras ligados a la actividad agrícola. Además, la producción local de biocombustibles puede contribuir a asegurar la autosuficiencia de abastecimiento energético; además puede contribuir a disminuir los niveles de producción de CO2. La aplicación de la biotecnología en el proceso de generación de combustibles puede incrementar enormemente la sostenibilidad de la producción, tanto en términos ambientales, como en términos económicos y sociales; desarrollando un modelo de producción de base biológica o bioeconomía. Sin embargo, los biocombustibles están todavía lejos de sustituir o competir contra los combustibles fósiles. Ya que su producción también conlleva inconvenientes como el tipo de biomasa a utilizar o la relación coste-eficacia de las enzimas a nivel industrial.
Actualmente, con sus pros y sus contras, el bioetanol es uno de los pocos sustitutos reales para los combustibles fósiles.
TIPOS DE BIOCOMBUTIBLES
Los biocombustibles se pueden clasificar en función de la biomasa que sea utilizada inicialmente y el proceso de producción desarrollado para obtener el combustible deseado.
En términos ecológicos, la biomasa es la energía fijada como material biológico a partir de la fotosíntesis de ciertos organismos o de sus desechos metabólicos. Entre la biomasa utilizada para la generación de biocombustibles se encuentra especies de uso agrícola, tales como el maíz o la mandioca, ricas en carbohidratos, o plantas oleaginosas como la soja, girasol y las palma. También se pueden utilizar especies y residuos forestales procedentes del eucalipto y los pinos.
El proceso de producción de biocombustibles presenta en general cuatro etapas. Primero, las materias primas deben ser preparadas, posteriormente se obtiene el azúcar fermentable, se desarrolla la fermentación y se destila el producto final.
Los tres tipos de biocombustibles desarrollados han sido bioetanol, biogás y biodiesel.
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