domingo, 15 de abril de 2012

¡Que inventen ellos!

Que inventen ellos. Con esta frase lapidaria, Unamuno expresaba, a principios del siglo XX, la marginación histórica de la ciencia y la tecnología en España.  Para muchos, el tópico respondía a un patriotismo renovado. Un estereotipo nacional asumido con orgullo. Otros lo rechazaban por humillante y por vergüenza nacional. Eran los tiempos de la crisis de 1898, la pérdida de colonias y de influencia internacional…

Unos cien años después, estamos (de nuevo) sumergidos en plena crisis de deuda (y de valores), con un déficit excesivo, mercados y Unión Europea acechando, y sin perspectivas claras de salida…


El modelo económico de crecimiento de los últimos diez años, basado en el roll “inversión en vivienda a base de deuda”, ha fracasado. El futuro ha llegado y la deuda hay que pagarla; las viviendas no se venden (818.000 sin vender), no hay crédito, no hay circulación de dinero. Hemos crecido a base de sueños. El crédito nos ha permitido tomar prestado dinero del futuro (adelantar tiempo). Y el futuro, ahora, se ha hecho presente…

Si algo está claro es que necesitamos un cambio... Durante los últimos tres años los diferentes gobiernos de la nación han ido recortando gastos para cumplir aquello que llaman “el objetivo del déficit”. Lógico. En tiempos de crisis “hay que apretarse el cinturón”. Sin embargo, los recortes deben hacerse con perspectiva y con una cierta lógica…

Si el dinero es escaso, el Estado debe gastar menos, y el dinero que gaste, hacerlo de la forma más lógica, eficaz y positiva (no confundir con rentable) para los ciudadanos.

También, si el dinero es escaso, el Estado debe intentar ingresar más. Utilizando, para ello, las reglas de los porcentajes y persiguiendo a los que no pagan (tantas veces, falsos patriotas).

Gastar, hay que gastar. Pero en estos tiempos (y debería serlo en tiempos de bonanza), el gasto tiene: primero que estar controlado. Segundo ser el suficiente para los sectores imprescindibles. Tercero, escaso en sectores prescindibles. Cuarto, nulo en memeces.
La fórmula sería sencilla si nos pusiéramos de acuerdo en cuáles son los sectores imprescindibles, cuáles los prescindibles y cuáles son las memeces (tampoco hay acuerdo en este). Y además sería mucho más sencillo si fuéramos claros, directos y unidos hacia estos objetivos…

Yo intentaré contar aquello de lo que hablaba Unamuno. La educación, la ciencia y la tecnología como sectores imprescindibles… Tras el último recorte anunciado del 34% en I+D+i, podemos plantearnos si volvemos a la “histórica realidad marginal, de la ciencia y la tecnología en España”. Si alguna vez hemos salido de esa tenebrosa realidad, agudizarla, implica cerrar las puertas a la construcción (no de ladrillo) de un nuevo modelo económico de crecimiento basado en el conocimiento.



La educación, la ciencia y la tecnología, abogan por la elaboración de los mejores ciudadanos, en sentido moral y productivo. Son tres elementos que ayudan a desmarcar a los países líderes. Marcan la diferencia.

Si fomentamos la creación de nuevos productos y nuevos servicios, todos ellos pasan por la inversión en educación, y muchos son de naturaleza científico-técnica. Esa diferencia que marca el conocimiento, genera poder. Genera valor; no sólo en términos de rentabilidad económica, sino en términos de rentabilidad ciudadana.

Las grandes ideas nacen del esfuerzo por buscarlas; y su búsqueda se fomenta con la educación y la investigación. No conozco inversiones más rentables…

En los tiempos que corren, tenemos la gran oportunidad para fomentarlo. La ciencia y la tecnología, requieren una gran inversión que nos puede permitir ir a un modelo de educación/ciencia/tecnología que nos haga ser líderes (o independientes).

La ciencia y la tecnología deben también cambiar. Cuando el dinero es escaso, se deben priorizar los tipos y vías de la ciencia y la tecnología. Pero, ¿quién puede atreverse a recortar en investigación contra el cáncer o la neurodegeneración?...

En estos tiempos, quizás se deba planificar adecuadamente el destino de la inversión, tender hacia investigaciones más útiles, productivas, avanzadas o rentables económicamente. ¿Favorecer la investigación aplicada por encima de la investigación básica, (aunque la básica sea crucial para la aplicada)?...

Probablemente, uno de las áreas más interesantes y versátiles, sea la unión idea-empresa o patentabilidad de los proyectos de ciencia-tecnología. Fomentar y apostar la creación de empresas nacidas de ideas en proyectos de investigación. Probablemente sea este el punto que más nos distancia con otros países: la creación de ciencia/tecnología sin capacidad real para llegar al mercado…

De cualquier forma los recortes en educación, en ciencia y tecnología, nos alejan considerablemente del objetivo de cambio de nuevo modelo de crecimiento económico, y nos puede condenar a ser: “aquel país segundón que prefirió no invertir en ciencia y tecnología para que otros inventaran por ellos, y luego, con los años, tuvieron que invertir para pagar esos inventos a los que un día habían renunciado”. Esto es, perder la oportunidad... 

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